Nacida en Nanaimo (Canadá) hace 44 años, Diana Krall ha caracterizado su carrera por una querencia hacia los sonidos de base jazzística, esos con los que ha rendido tributo en "Quiet songs" a la "nueva ola" que surgió en la década de los cincuenta en el país canarinho.
Pero los sonidos que fundaron Joao Gilberto o Antonio Carlos Jobim sólo quedan registrados en el disco de Krall, porque la artista, en sus directos, deja los experimentos a un lado y ataca las distintas piezas en ese registro de jazz que domina a la perfección.
Ataviada con un sencillo vestido rojo con motivos negros, la canadiense arrancó la velada sentada al piano, desde el que atacó una acelerada melodía instrumental. Un estallido intenso en el que, como durante el resto de la noche, destacaron los solos de Anthony Wilson -guitarra-, Ben Wolfe -bajo- y Karriem Riggins -batería-.
Un elegante fondo de color azul, sobre el que se superponían tonalidades verdes, amarillas y granates, sumía a la artista y su banda en un lienzo imaginario, creando la atmósfera idónea para el despliegue intimista que ofreció el concierto.
Una divertida versión de "Lets fall in love" enlazó con "So nice", primera pieza que Diana Krall interpretó de su nuevo trabajo discográfico.
"Me ha encantado pasar el día en Madrid con mis dos hijos", explicó a la audiencia la pianista sobre Dexter y Frank, los dos retoños fruto de su matrimonio con Elvis Costello, al que dedicó "I've grown accustomed to your face".
El lado más canalla de Krall afloró con "Temptation", un tema compuesto por Tom Waits que dio paso a "Pick yuorself up", pieza del insigne Nat King Cole que, confesó la cantante, era "una de las canciones favoritas" de su madre.
"Quiet nights", melodía que da nombre al álbum y cuyo título original es "Corcovado", inundó de emotividad a las 1.600 almas que dejaron pequeño el patio de butacas.
Los momentos álgidos se combinaban con instantes más reposados, aprovechados por el público para reconocer el desempeño de los artistas con generosos aplausos.
Una deliciosa introducción con aroma a cabaret dio la bienvenida a "Cheek to cheek", arrebato de intensidad inmortalizado por artistas de la talla de Ella Fitzgerald, Frank Sinatra o Fred Astaire y cuyo final, pletórico, mereció la primera gran ovación del recital.
Plena de sensualidad, "Gee baby, ain't I good to you" creció y creció en un ascenso que dejó sin respiración a la audiencia congregada en la sala.
El endiablado ritmo que habían alcanzado los músicos en el último tramo del espectáculo remitió cuando llegaron los bises, en los que Krall regaló ese clásico de la música brasileña al que ha cambiado de género, "The boy from Ipanema".
La nostalgia y el recuerdo se dieron la mano en "Every time we say goodbye", que puso el punto y final a una actuación a la que sólo se le puede afear la escasa hora y media durante la que deleitó a los espectadores.
Fuente: www.publico.es/...
El jazz de Diana Krall pisa de nuevo Madrid RTVE.es/EFE 14.10.2009
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