Festival Heineken Jazzaldia
Diana Krall hipnotiza, ...
Diana Krall, durante su actuación en el festival donostiarra. LOLO VASCO
El Heineken Jazzaldia echa el cierre a su 51ª edición con nuevos récords de asistencia y músicas para todos los públicos
PABLO SANZ
San Sebastián26/07/2016 15:55
Diana Krall fue la elegida para clausurar el 50+1 Heineken Jazzaldia, una apuesta segura como la que el año pasado protagonizase Dee Dee Bridgewater. Son las clásicas cartas marcadas para el buen desarrollo de la partida, pero que nadie se lleve a engaños: este festival no hace sino renovarse cada temporada, preguntándose, buscándose, experimentando e indagando, unas veces con acierto, otras con menos fortuna. Viviendo en sus propias carnes el espíritu del jazz, vaya, siendo una cita necesaria y obligada en el almanaque de todo buen aficionado. La Lady Di del jazz cumplió con todas las expectativas en el día de las despedidas, lo que no es poco, pero la noticia llegó una vez más escorada, a través del piano de Bobo Stenson y la trompeta de Christian Scott.
La jornada se inició con la presentación del último proyecto de Javier Colina y Josemi Carmona, De cerca, en el que no faltan guiños para ausencias irreparables como las de Enrique Morente o ese patriarca del toque que fue Juan Habichuela. El personal se reservaba, sin embargo, para el concierto de Diana Krall, que desplegó todo su lote de clásicos de ayer y hoy en una abarrotada plaza de La Trinidad. En su nueva visita al Heineken Jazzaldia volvió a rodearse de grandes músicos, como el guitarrista Anthony Wilson, que intentó ser protagonista en una noche que estaba reservada para la mujer de Elvis Costello. No podía ser de otra manera.
Salió la canadiense y el silencio tomó La Trini, quedando el público como hipnotizado, quizás ayudado por una excesiva presencia de la balada. Todo fueron elogios a la ciudad y sus gentes, al festival y... al amor, mucho amor, hasta el empacho se diría. A la chica le sale a veces un buen blues, pero lo tocó poco, abandonándose a unos clásicos que empezaron con All or nothing at all y se remataron con Cheek to Cheek. Nada que objetar: Diana Krall hace de Diana Krall y le sale muy bien, otro asunto es el interés creativo que suscita: poquito. Ella no hace conciertos, toca discos, y la diferencia apenas se percibe cuando encima te sonorizan de diez. U once: felicidades al técnico de sonido.
Antes le tocó el turno a Bobo Stenson, que hizo un recital de interior al aire libre. Se encontró cómodo en composiciones que tenían mucho corazón latino, improvisando, sin embargo, con red. El contrabajista Anders Jomin estuvo sensacional, especialmente con el arco, siendo más líder incluso que el propio líder. Stenson, que ha hecho de todo, desde hardbop incendiario a free jazz, parece que anda de vuelta, y también se le consiente, pues sigue diciendo cosas interesantes.
Fuente: www.elmundo.es