viernes, 26 de julio de 2013

Concert: DIANA KRALL - 25 July -Madrid, ES, Circo Price












Diana Krall performs on stage at Circo Price in Madrid In This Photo: Jazz Diana Krall performs on stage at Circo Price in Madrid.



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Una diva seductora y cercana

Diana Krall ejerció de anfitriona atenta, sonrió sin disimulo, dio conversación y fue generosa con las partituras

Fernando Neira Madrid 26 JUL 2013 - 00:36 CET

Apareció la hermosa dama rubia de ondulada cabellera con aire escurridizo, asomándose por el lateral para tomar posesión de la banqueta, ajena a esos 1.900 pares de ojos que la contemplaban sin pestañear. Fue el único gesto huidizo de Diana Krall durante su noche en el Price. Lejos de aquella frialdad hierática de antaño, ayer ejerció de anfitriona atenta, sonrió sin disimulo, dio conversación, fue generosa con las partituras y, sobre todo, suministró la mejor lección de sensualidad sutil (aún te queda por aprender, Norah Jones) que se recuerda en meses. Ni rastro de aquella diva ausente y perfección anodina que apareció por estos Veranos de la Villa tres años atrás. Diana sedujo con sorna y sin estridencias, improvisó el repertorio sobre la marcha y dejó la sensación, ahora sí, de disfrutar con su trabajo. “Imaginen que están en el salón de casa”, sugirió cuando se quedó sola en escena, justo antes de suscitar un referéndum sobre qué canciones abordar.

Si algo no le imaginábamos a Krall es un apartado de peticiones del oyente, pero anoche se mostró, quién sabe si por influencia de su santo esposo, más ecléctica que nunca. De Elvis Costello eligió para el cierre Almost blue, pero antes había transitado por Tom Waits (un Temptation carnal y canalla, con el extraordinario trabajo del batería Karriem Riggins y el guitarrista Aram Bajakian), Dylan (Simple twist of fate en un susurro), Nat King Cole (Exactly like you, dedicatoria incluida a sus retoños), Fats Waller (I’m gonna sing right down, aprendida junto a McCartney) o, en la impresionante fase de orgullo canadiense, Neil Young (Man needs a maid), Joni Mitchell (A case of you) y ¡The Band! (Ophelia).

“Hay demasiadas grandes canciones que interpretar”, exclamaba esta Krall cercana y cómplice, empática y, sobre todo, poseedora del don para alternar ternura, carnalidad y melancolía en cada frase. Tan cómoda como si estuviera bajo la ducha, pero –a diferencia del personaje de Woody Allen- sin necesidad de ducha. Al neoyorquino le encantarían esas poco difundidas canciones de los años veinte que la de Nanaimo ha rescatado para su último disco; piezas sencillas y memorables sobre amor o rupturas, chaparrones y baños de sol. Un material con el que ayer nos supo transmitir las ganas de seguir viviendo y asumir que esto es bonito mientras dure. Aunque, bien lo sabemos en estos días, pueda interrumpirse para siempre en un solo instante aciago.


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Veranos de la Villa 2013: Diana Krall










MADRID, SPAIN - JULY 25: Diana Krall performs on stage at Circo Price on July 25, 2013 in Madrid, Spain.

Image ByMiguel Pereira   CollectionRedferns   Getty Images


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El metro de platino iridiado

(www.elmundo.es)



Diana Krall, anoche, en Madrid. | Efe



Javier Martínez | Madrid
Actualizado viernes 26/07/2013 10:22 horas

"Tan lejos, tan cerca"», susurra Diana antes de interpretar 'Almost blue', el último de los tres bises, compuesto por su esposo, Elvis Costello, que en la noche de ayer actuaba en el Festival de Jazz de San Sebastián. Ella lo hará el domingo, tres fechas después de su brillante paso por Madrid (donde llenó el Circo Price, algo infrecuente en este verano de crisis aguda y taquillas pálidas en la Ronda de Atocha) y Girona, que acoge mañana la segunda de sus presencias en España. Ha venido con ‘Glad Rag Doll’ como gancho, pero también pasea sus manos y su voz, pues esta vez será más cantante que pianista, alrededor de los temas que hace tiempo la convirtieron en una artista de vocación jazzística con calado de diva del pop. Así lo atestigua su éxito comercial, ejemplificado en Madrid con la presencia de un público heterogéneo, que no ha querido perder la ocasión de ver y dejarse ver en la gran cita de Los Veranos de la Villa.

Sin abandonar el lugar preferente que le corresponde como pionera a la hora de revisar el gran libro de la música americana en las dos últimas décadas, Diana Krall (Nanaimo, 1964) trata de no anquilosarse en una propuesta a la que dedicó unos cuantos álbumes, entre los que merecen especial reconocimiento 'All of you', un tributo a la música de Nat King Cole, y 'Only trust your heart', al amparo del bajista Ray Brown, antes de irrumpir en el mercado con el célebre ‘When I look in your eyes’, también producido por Tommy LiPuma.

Se detuvo anoche en algunos temas de Nat King Cole, pero vertebró su concierto a partir del aire nuevo que imprimió a su carrera la relación con Costello, iniciada con 'The girl in the other room', su álbum de 2004. Los nuevos arreglos de 'Temptation', composición de Tom Waits, dieron vuelo a una velada con abiertas evocaciones a Bob Dylan y a sus compatriotas Joni Mitchell y Neil Young, a quien se acercó, sola ante el piano, recorriendo con mimo melodías que viajaron desde 'Harvest' a ‘Harvest moon’.

Esgrime la canadiense un humor fino, con su punto de mordacidad, que la permite eludir cualquier tentación sensiblera a la hora de homenajear a la familia, también a esos dos críos a los que imagina 'aún sin acostarse, jugando a las cartas y fumando cigarrillos'. Conecta pronto con el público a través del magnetismo de quien conoce al dedillo todos los resortes del espectáculo. No está Marc Ribot, cuya afilada guitarra añade vigor a su trabajo de 2012, recorrido por las canciones de los años 30 del siglo pasado que escuchaba junto a su progenitor, pero Aram Bajakian y Stuart Duncan, modélico con el violín, reivindican a una banda bien armada, que completan la muñeca grácil de Patrick Warren a la batería, el bajo solemne de Dennis Crouch y el aderezo de Karrien Riggins en los teclados. Exculpada queda de la reinterpretación de 'Lonely avenue', el clásico de Doc Pomus cuyo listón dejó Van Morrison demasi'do alto.

Se despide por dos veces, de pie, vestido negro, corto, estampado, y zapatos de generoso tacón, escoltada por los músicos. Antes, en la primera de las réplicas, ha dejado impresa la emoción con 'Boulevard of broken dreams', referencia de aquellos años junto a la guitarra de Russell Malone, cuando la ambición rubia aún no se había convertido en un fenómeno de masas.


Fuente: www.elmundo.es


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