martes, 31 de octubre de 2017

Article: " Diana Krall: La diva hierática" - (www.qualsevolnit.com)


Diana Krall: La diva hierática

Texto: Barracuda
Foto: Lorenzo Duaso

La 49 edición del Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona arrancó el 24 de julio, con la intensa actuación de Kamasi Washington a modo de prólogo, pero su andadura definitiva la protagonizó uno de los emblemas del certamen: la canadiense Diana Krall. Miss Krall, es un seguro de vida para el festival desde que en 1998 actuara por primera vez en la sala Luz de Gas. A partir de aquel día, se ha convertido en visitante asidua y no deja asiento vacío en cada una de sus actuaciones. Krall eligió Barcelona para cerrar la gira de presentación de su último disco de estándares de jazz, Turn up the quiet (2017), recibiendo a modo de reconocimiento y gratitud, la medalla de oro del festival, como bien apuntó su director artístico, Joan Anton Cararach. Amores eternos.

No podía ser de otra manera, la carismática artista obtuvo un sonoro éxito y el público del Auditori del Fòrum acabó rendido, en pie, ovacionándola. Terminadas las presentaciones, ahora le queda al cronista la dura tarea de intentar dar su punto de vista quizá algo más alejado del sentir de la mayoría. Se me ocurren varias cantantes que darían más luz al habitual repertorio de nuestra protagonista: léase Stacey Kent, Melody Gardot o Madeleine Peyroux, por citar tres ejemplos. La realidad, en cambio, nos demuestra que sea por belleza física, un supuesto carisma, menor riesgo en las adaptaciones o una cuidada operación de marketing, la de Nanaimo siempre se lleva el gato al agua desbordando en éxito a sus colegas/contrincantes.

Esa fama le ha otorgado el privilegio de contar con productores del calibre de Tommy LiPuma (recientemente fallecido), montar espectáculos de gran belleza, el que nos ocupa lo presidió una iluminación extraordinaria, y cantar al lado de músicos soberbios como Karriem Riggins, Robert Hurst, Anthony Wilson o el violinista Stuart Duncan, el auténtico rey de la velada. Stuart estuvo sublime durante toda la noche, especialmente en el inicio con ‘Dee I do o en el tema de Tom Waits Temptation, una de las cimas de la velada, vestida de hermosísimos arreglos. Diana Krall se encuentra muy cómoda entonando las creaciones de Gershwin, Porter o Irving Berlin, autor con el que consiguió alguna sus mejores prestaciones; brillante en la adaptación de Blue skies y arriesgada en una irreconocible pero sugestiva How deep is the ocean? Sin embargo, fue en la citada Temptation (a la que le faltaron un par de tragos de bourbon), en sus encuentros con Joni Mitchell y el country o en el ‘cover’ de la memorable Simple twist of fate de Bob Dylan, donde estuvo más inspirada.

El término LOVE, sea la palabra o figuradamente, es clave para calificar de conceptual su último trabajo en estudio y el show que presenta, brotando de su boca en innumerables ocasiones: demasiado arrastrado en Isn’ it romantic o Moonglow y más convincente en L-O-V-E, aquel hermoso tema compuesto por Bert Kaempfert e inmortalizado por el gran Nat King Cole. En el epílogo consideró adecuado utilizar Sway cometiendo un error. Su versión resulta excesivamente empalagosa, incluso ramplona, muy lejos del ritmo del original de 1953 ¿Quién será?, creación de los mexicanos Pablo Beltrán Ruiz y Luis Demetrio, tan bailada por nuestros padres y abuelos que en esta ocasión les hubiera servido de somnífero. No me parece la mejor manera para salir con una sonrisa en la boca de un concierto, pero así es ella, le encanta susurrar embriagando a sus fans hasta embobarlos. No será el que escribe estas líneas quien le marque el camino a seguir, su estrategia le ha llevado al estrellato y la pléyade de admiradores que la adoran me azotarían.

El debate de si Diana Krall es una auténtica artista de jazz lo dejamos para otro día, nos ocuparía demasiadas líneas y no encontraríamos la respuesta. Pero no se preocupen que, de ese género germinado a finales del siglo XIX, escribiremos y mucho. El festival acaba de empezar, nos queda infinita música para disfrutar y debatir sobre ella, el cartel puede ofrecernos grandes satisfacciones, de hecho, ya nos las ha brindado, permanezcan atentos.











jueves, 19 de octubre de 2017

DIANA KRALL RECIBE LA MEDALLA DE ORO DEL FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE BARCELONA (www.theproject.es)




18/10/2017

La canadiense inauguró la edición 49 del festival en el Auditori del Fòrum.

Anoche, tras protagonizar el concierto inaugural del 49 Voll-Damm Festival Internacional Jazz Barcelona, la pianista y cantante canadiense Diana Krall recibió la Medalla de Oro del Festival, entregada por el director del mismo Tito Ramoneda y el director artístico Joan Anton Cararach.

La Medalla de Oro del festival, que reconoce la trayectoria profesional a músicos del ámbito jazzístico, se entrega cada año desde 2008.

Con el concierto de Diana Krall queda inaugurada la edición 49 del Voll-Damm Festival Internacional Jazz Barcelona, que en la víspera de su emblemática 50 edición, contará este año con artistas del nivel de Avishai Cohen, Chick Corea & Steve Gadd Band, Tomatito, Chucho Valdés & Gonzalo Rubalcaba, The Bad Plus, Maceo Parker, Trombone Shorty & Orleans Avenue, Barbara Hendricks y muchos más.

www.jazz.barcelona




miércoles, 18 de octubre de 2017

Article: "La Diana Krall más emotiva" - (www.elperiodico.com)

CRÓNICA DE CONCIERTO

La Diana Krall más emotiva

La cantante y pianista canadiense inauguró en el Fòrum el 49 Voll-Damm Festival Internacional de Jazz de Barcelona

Roger RocaBarcelona - Miércoles, 18/10/2017 | Actualizado el 19/10/2017 a las 17:11 CEST

Diana Krall, en el Auditori del Fòrum. / FERRAN SENDRA


Diana Krall es de fiar. De un concierto suyo cabe esperar profesionalidad, elegancia y canciones impecables, elegidas con tino para que luzca esa voz a ahumado que la ha alzado como la estrella de jazz más popular de los últimos 20 años. Cuando sube al escenario, Krall parece tenerlo todo siempre bajo control. Incluso las emociones. No hay margen de error ni de sorpresa. Pero el martes, mientras agradecía la invitación a inaugurar un festival en el que ha actuado cinco veces desde que debutó en 1996, tuvo que echar mano de un pañuelo. Desde la platea era imposible saber si se secaba una lágrima o se peleaba con los efectos del catarro que arrastraba. ¿Estaba realmente conmovida?

Por cómo fue la noche, por lo menos lo parecía. Y el del Auditori era el último concierto de una larga gira por EEUU y Europa en la que ella y su impecable quinteto presentaban 'Turn up the quiet', un disco que es Diana Krall en estado puro: contención, pulcritud, tiempos lentos y clásicos infalibles. Así que sí, quizá estaba realmente emocionada, y quizá por eso dio el concierto más emotivo que se le recuerda en la ciudad.

Velada romántica
Empezó por los estándares, para cantarle, dijo, "al amor". Lo hubiéramos adivinado igualmente: 'Night and day' al compás de la bossanova, 'L.O.V.E.', 'Isn’t it romantic?'… La banda funcionaba como una seda y el ambiente a velada romántica ya estaba logrado, a pesar de las desconcertantes imágenes de aroma 'new age' que enmarcaban al grupo en una gran pantalla. La noche cogió velocidad con 'On the sunny side of the street', una canción que canta gracias a una cantante más bien desconocida, Ernestine Andersen, según confesó en una de las pocas explicaciones que dio durante la noche. Krall, hay que reconocérselo, ha sido siempre muy honesta y agradecida con sus mentores y los artistas que la han inspirado.

Y tras ese paseo por el lado alegre de la vida, el tramo más conmovedor de la noche: dos canciones de Tom Waits y una de Bob Dylan en las que Krall volcó todo el poder de seducción de su voz arrastrada y rugosa. Canciones sobre el deseo, la muerte y los amores perdidos que sonaron igual de pulcras que los estándares pero bastante más vivas, más urgentes. Krall volvió a los clásicos, pero para entonces ya se la veía en otro lugar, más intensa, sensual en las canciones que lo pedían, como 'Sway', que puso el punto final a la gira y al 'tete a tete' más íntimo que Barcelona haya tenido jamás con Diana Krall, la estrella distante que esa noche fue más cercana





Article: "Diana Krall, Voll Damm Jazz Festival – Auditori del Forum (Barcelona)"


Vivos— 18 octubre, 2017 at 12:02

Diana Krall, Voll Damm Jazz Festival – Auditori del Forum (Barcelona)



Diana Krall - 17.10.2017- Foto Lorenzo Duaso

Fin de gira europea de presentación del disco “Turn up the Quiet” de la que algún tabloide británico tildó en su día y con mala leche la “JK Rowling” del Jazz en un abarrotado foro. Coqueta y seductora con un trajo largo plateado y tacones que le jugaron alguna pasada en la ejecución al piano sale a escena con cuatro músicos inmensos. Los libros de management dicen que, si el líder quiere brillar, rodéate de un equipo mejor que tú, pues ellos son los que te harán brillar. A destacar el guitarrista Anthony Wilson y Stuart Duncan que nos hicieron tocar el cielo y fueron recompensados con aplausos repetidos del respetable. Con un control excelente del tempo, con “punch” y un buen set list sin ningún momento de “bajón”, Diana interpretó clásicos estándares y covers como Dee I Do con la que empezó el show, L-O-V-E-, Isn’t it romantic, Night & Day, Blue Skyes y On the Sunny Side of the Streets. La puesta en escena era sobria pero acompañada por fotografías distintas en cada tema según la temática en cuestión de la composición.

Lo mejor de la noche fue sin duda la versión de “Temptation” de Tom Waits con una ejecución musical desgarradora más cercana al kraut-rock que al jazz y, de sorpresa, “Simple Twist of Fate” de Dylan que sonó elegante y majestuosa. Ya en los bises, otro de los momentos de la noche fue la interpretación de ese cover, también de Dylan llamado “Wallflower” donde Diana sonó angelical y enamoró a los presentes. Es curioso que con esa voz pueda convertir de forma mágica y en cuestión de segundos un auditorio tan majestuoso como el Auditori del Forum en un pequeño club arrabalero. Literalmente sensacional.

Texto: Jordi Sánchez

Foto: Lorenzo Duaso

Fuente: www.ruta66.es



viernes, 6 de octubre de 2017

Article: Concert Diana Krall im Stuttgarter Beethovensaal


Diana Krall im Stuttgarter BeethovensaalDie Lady hat den Jazz

Von Thomas Staiber 05. Oktober 2017 - 14:24 Uhr

Voller Spielfreude, zum Plaudern aufgelegt und entspannt wie noch nie: Die Jazzmusikerin Diana Krall begeistert im Stuttgarter Beethovensaal.

















Diana Krall im Beethovensaal 
Foto: Lichtgut - Oliver Willikonsky

Stuttgart - Diana Krall hat auf ihrer großen Welttournee wieder Station in Stuttgart gemacht. So gelöst, strahlend, voller Spielfreude und zum Plaudern aufgelegt hat man sie hier noch nie erlebt. Das Publikum freut sich über die ausgelassene Stimmung, klatscht nach jedem Solo wie in einem Jazzkeller und lacht über die eingestreuten Anekdoten der Jazz-Lady. Sie schlendert mit ihren High-Heels locker auf die Bühne, streicht das blonde Haar zurück und setzt sich lächelnd – in ihrem schwarzen Sommerkleid mit Blumenmuster ist sie hübsch anzuschauen – an ihren Arbeitsplatz, den weit geöffneten Flügel.

Mit rauchig angehauchter Altstimme singt sie das Thema von „Do I love you“, einer Uptempo-Jazznummer aus ihrem Album „An intimate Night“, dann schiebt sie das Gesangsmikrofon zur Seite und improvisiert auf den 88 Tasten. Ein glockenklares entschiedenes Klavierspiel füllt den Klangraum des sehr gut besuchten Beethovensaals. In den Applaus hinein spielt Anthony Wilson auf der halbakustischen Gitarre einen schönen Chorus und wird, während der Rhythmus unaufhaltsam vorwärtsgetrieben wird, von Stuart Duncan an der Fiddle mit Schalltrichter abgelöst. Es folgt „L.O.V.E.“, ein Hit, den Bert Kaempfert 1965 für Nat King Cole geschrieben hat. Der coole Crooner ist das große Vorbild der Kanadierin, die Nummer hat sie deshalb auch in ihr aktuelles Album „Turn up the Quiet“ aufgenommen. Nun singt sie mit sinnlichen Stimme und streut ins Solo „Happy Birthday“ ein. Adressat ist Robert Hurst, der neben ihr seinem Kontrabass wohltuend tiefe und warme Töne entlockt.

Sie bringt auch Sperriges ins Spiel
Diana Krall erzählt, wie die Band am Vorabend „mit exzellentem schwäbischen Wein“ in den Geburtstag hineingefeiert hat. Hurst ist 53 geworden und damit ungefähr gleich alt wie seine Chefin. Sie versteht sich als Teil dieser Band und benimmt sich – trotz fünfzehn Millionen verkaufter Alben – kein bisschen divenhaft. So glücklich ist sie, mit diesen vier Musikern zu spielen, dass sie nach der Nummer „Moonglow“, die federnd wie auf Samtpfötchen daherkommt, sogar ausruft: „Am liebsten würde ich das gleich nochmal spielen!“ Tatsächlich geht sie wie ein Kind in ihrem Spiel völlig auf. Sie swingt geschmeidig, ihr Spiel perlt elegant wie Schampus, und mit Vorliebe werden die melodischen Schönheiten der Songs betont. Sie covert „I don’t know enough about you“ der Jazzsängerin Peggy Lee, bringt mit einer Thelonius-Monk-Paraphrase von Irving Berlins „Blue Skies“ Sperriges ins Spiel und gönnt dem Publikum mit weichen Balladen wie „Isn’t it romantic“ sich zurückzulehnen und Erinnerungen nachzuhängen. Auf die große Bühnenleinwand werden Sonne, Mond und Sterne projiziert. Und gegen Ende in riesigen Lettern „LOVE“.
Die Dame mag es gern auch mal härter. Eine ihrer Lieblingsnummern ist „Temptation“ von Tom Waits. Da spielt Wilson auf der E-Gitarre ein schnittiges Solo, Karriem Riggins am Schlagzeug zeigt, dass er über einen ordentlichen Punch verfügt, und Diana Krall gesteht mit erotisch aufgeladener Stimme, dass sie ganz willenlos sei und der Versuchung nicht mehr widerstehen könne. Nicht von ungefähr zitiert sie dabei Friedrich Hollaenders Melodie „Ich bin von Kopf bis Fuß auf Liebe eingestellt“. Am Ende des abwechslungsreichen Konzerts, das den fröhlichen Swing längst vergangener Jahrzehnte genauso lebendig präsentiert wie neues Material, verbeugt sie sich vor einem Großen der Zunft und interpretiert den relativ unbekannten Song „Wallflower“ von 1971 des Nobelpreisträgers Bob Dylan. So hat Diana Krall, selbst alles andere als ein Mauerblümchen, auch ihr Pop-Album betitelt, das sie vor zwei Jahren in Stuttgart vorgestellt hat. Am Mittwochabend aber hat sie den Jazz ins Zentrum gestellt und – in Topform und bester Stimmung – die Menschen mit ihrer Musik glücklich gemacht. „Das ist mein Job“, bekannte sie lächelnd nach dem begeistert aufgenommenen Konzert.